La violencia es una enfermedad evitable
Ningún
Estado o individuo puede estar seguro en un mundo inseguro. Los valores de la
noviolencia han pasado de ser una alternativa, a convertirse en una necesidad,
tanto en las intenciones, como en los pensamientos y en las prácticas. Estos
valores se expresan en su aplicación a las relaciones entre estados, entre
grupos y entre individuos.
Estamos
convencidos de que la adhesión a los principios de la noviolencia introducirá
un orden mundial más civilizado y pacífico, en el que pueda ser realidad un
gobierno más justo y eficaz, respetuoso de la dignidad humana y de la
sacralidad de la misma vida.
Nuestras
culturas, nuestras historias y nuestras vidas individuales están
interconectadas y nuestras acciones son interdependientes. Hoy como nunca
antes, creemos encontrarnos frente a una verdad: el nuestro es un destino
común. Ese destino será determinado por nuestras intenciones, nuestras decisiones
y nuestras acciones de hoy.
Estamos
firmemente convencidos que crear una cultura de paz y de no violencia es un
objetivo noble y necesario, aún cuando sea un proceso largo y difícil. Afirmar
los principios enunciados en esta Carta es un paso de vital importancia para
garantizar la supervivencia y el desarrollo de la humanidad y lograr un mundo
sin violencia.
Nosotros,
personas y organizaciones premiadas con el Nobel por la Paz,
- Reafirmando nuestro compromiso con la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
- Preocupados por la necesidad de poner fin a la propagación de la violencia en todos los niveles de la sociedad y, sobre todo, a las amenazas que a nivel global ponen en peligro la misma existencia de la humanidad,
- Reafirmando que la libertad de pensamiento y de expresión está en la raíz de la democracia y de la creatividad,
- Reconociendo que la violencia se manifiesta de muchas formas, ya sea como conflicto armado, ocupación militar, pobreza, explotación económica, destrucción del medioambiente y prejuicios basados en la raza, la religión, el género o la orientación sexual,
- Reparando en que la glorificación de la violencia, como se expresa a través del comercio del entretenimiento, puede contribuir a la aceptación de la violencia como una condición normal y admisible,
- Convencidos de que los más perjudicados por la violencia son los más débiles y vulnerables;
- Teniendo en cuenta que la paz no es solamente la ausencia de violencia sino también la presencia de justicia y el bienestar de la gente;
- Considerando que un inadecuado reconocimiento de las diversidades étnicas, culturales y religiosas por parte de los Estados, está en la raíz de mucha de la violencia que existe en el mundo,
- Reconociendo la urgencia de desarrollar un planteo alternativo a la seguridad colectiva basado en un sistema en el que ningún país, o grupo de países, deba contar con las armar nucleares para la propia seguridad;
- Conscientes de que el mundo necesita mecanismos globales eficientes y prácticas noviolentas de prevención y resolución de conflictos, las cuales tienen mayor éxito cuando son adoptadas en la fase más precoz posible
- Afirmando que aquellos que tienen investiduras de poder tienen la mayor responsabilidad de poner fin a la violencia, donde sea que se manifieste y de prevenirla cada vez que sea posible,
- Convencidos que los principios de la no violencia deben triunfar en todos los niveles de la sociedad, así como en la relaciones entre los Estados y las personas;
Llamamos a
la comunidad internacional a favorecer el desarrollo de los siguientes
principios:
Primero: En un mundo interdependiente, la
prevención y el cese de los conflictos armados entre Estados y dentro de los
Estados requiere una acción colectiva de parte de la comunidad internacional.
El mejor modo de garantizar la seguridad de los estados individuales es avanzar
en la seguridad global humana. Esto requiere reforzar la capacidad de
implementación de la ONU y de las organizaciones de cooperación regional.
Segundo: Para lograr un mundo sin
violencia, los Estados deben respetar siempre el estado de derecho y honrar sus
acuerdos jurídicos.
Tercero: Es esencial encaminarse sin más
demoras hacia la eliminación verificable de las armas nucleares y de otras
armas de destrucción masiva. Los Estados que detentan tales armas deben dar
pasos concretos hacia el desarme y adoptar un sistema de defensa que no se base
en la disuasión nuclear. Al mismo tiempo los Estados deben empeñarse en
consolidar un régimen de no proliferación nuclear, reforzando también
verificaciones multilaterales, protegiendo el material nuclear y llevando
adelante el desarme.
Cuarto: Para reducir la violencia en la
sociedad, la producción y la venta de armas pequeñas y ligeras debe reducirse y
ser rigurosamente controlada a nivel internacional, estatal, regional y local.
Además, debe
existir una total y universal aplicación de los acuerdos internacionales en
materia de desarme, como por ejemplo el Tratado para la Prohibición de Minas de
1997, y el sostén de nuevos esfuerzos dirigidos a eliminar el impacto de las
armas indiscriminadas y activadas por las víctimas, como por ejemplo las
municiones en racimo.
Quinto: El terrorismo jamás puede tener
justificación, porque la violencia genera violencia y porque ningún acto de
terror contra las poblaciones civiles de ningún país puede ser perpetrado en
nombre de ninguna causa. La lucha contra el terrorismo no puede, sin embargo,
justificar la violación de los derechos humanos, del derecho humanitario
internacional, de las normas de la sociedad civil y de la democracia.
Sexto: Poner fin a la violencia doméstica
y en las familias exige el respeto incondicional de la igualdad, de la
libertad, de la dignidad y de los derechos de las mujeres, de los hombres y de
los niños, de parte de todos los individuos e instituciones del estado, de la
religión y de la sociedad civil. Tales tutelas deben incorporarse a las leyes y
a las convenciones locales e internacionales.
Séptimo: Cada individuo y Estado comparten
la responsabilidad de prevenir la violencia contra los niños y los jóvenes,
quienes representan nuestro futuro común y nuestro bien más preciado, y
promover oportunidades de instrucción, el acceso a la asistencia sanitaria
primaria, la seguridad personal, la tutela social y un entorno favorecedor que
refuerce la no violencia como estilo de vida y no como sueño utópico. La
educación en la paz, la promoción de la no-violencia y el énfasis en la
compasión como cualidad innata deben ser parte esencial de los programas
educativos a todos los niveles.
Octavo: Prevenir los conflictos derivados
del agotamiento de los recursos naturales y, en particular, de las fuentes de
agua y de energía exige que los Estados desarrollen un rol activo e instituyan
sistemas jurídicos y modelos dedicados a la protección del ambiente y a la
contención de su consumo en base a la disponibilidad de los recursos y a las
reales necesidades humanas
Noveno: Llamamos a las Naciones Unidas y a
sus Estados miembros a promover un reconocimiento significativo de las
diversidades étnicas, culturales y religiosas. La
regla de Oro de un mundo no violento es: “Trata a los demás como quisieras ser
tratado”.
Décimo: Los principales instrumentos
políticos necesarios para forjar un mundo no violento son las instituciones
democráticas eficaces y el diálogo basado en la dignidad, el conocimiento
y el compromiso, conducidos en el respeto del equilibrio entre las partes
involucradas, y, donde sea apropiado, teniendo también presente los aspectos de
la sociedad humana en su totalidad y del ambiente natural en que vive.
Décimoprimero: Todos los Estados, instituciones e
individuos deben apoyar los esfuerzos por superar las desigualdades en la
distribución de los recursos económicos y resolver grandes iniquidades
que crean un terreno fértil para la violencia. La disparidad de condiciones de
vida lleva inevitablemente a la falta de oportunidades, y en muchos casos, a la
pérdida de esperanza.
Décimosegundo: La sociedad civil, inclusos los
defensores de los derechos humanos, los pacifistas y los activistas
ambientales, debe ser reconocida y protegida como esencial para la construcción
de un mundo no violento, así como todos los gobiernos deben servir a sus
propios ciudadanos y no al contrario. Deben crearse las condiciones para
permitir y alentar la participación de la sociedad civil, en particular de las
mujeres, en los procesos políticos a nivel mundial y local.
Décimotercero: Implementando los principios de
esta Carta, nos dirigimos a todos para que se trabaje juntos por un mundo justo
y libre de matanzas, en el que cada uno tenga el derecho a no ser muerto y a su
vez el deber de no dar muerte a nadie.
Para
remediar todas las formas de violencia, alentamos la investigación científica
en los campos de la interacción humana y del diálogo, e invitamos a las
comunidades académicas, científicas y religiosas a ayudarnos en la transición
hacia una sociedad no-violenta y no-asesina.
Firman la Carta para un Mundo sin Violencia
Mairead
Corrigan Maguire
Su Santidad
el Dalai Lama
Mikhail Gorbachev
Lech Walesa
Frederik Willem De Klerk
Arzobispo Desmond Mpilo Tutu
Jody Williams
Shirin Ebadi
Mohamed
ElBaradei
John Hume
Carlos
Filipe Ximenes Belo
Betty Williams
Muhammad Yanus
Wangari Maathai
International Physicians for the Prevention of Nuclear War
La Cruz Roja
International Atomic Energy Agency
American Friends Service Committee
International
Peace Bureau
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