“Sé amable, pues cada persona con la que te cruzas está librando su ardua batalla”
(Platón)
Estos
días leyendo acerca del conflicto entre israelíes y palestinos descubro
que no solo son violentados los palestinos, colonizadas sus tierras y
asesinadas sus mujeres y sus niños, asegurándose así la hegemonía
israelí, descubro que, del otro lado, los israelíes que se están
manifestando en contra de tal exterminio contra el pueblo vecino,
también ellos son perseguidos y violentados de igual modo.
Ha
llegado el momento de comprender que cuando asistimos a una situación
de violencia, cometemos una gran error al poner la mirada en uno de los
bandos, posicionándonos en uno u otro lado del conflicto, pues al apoyar
un bando, irremediablemente alimentamos, nutrimos el otro, perpetuando
así la situación de violencia. ¿Acaso sufro mas por el niño palestino
muerto asesinado, que por el niño israelí muerto asesinado? La violencia
se alimenta de los “bandos”.
Es
hora de que miremos cada escenario, cada situación, cada acto violento,
como un todo, sin fijar la mirada en cada una de sus partes
enfrentadas. Y no hay otro modo de hacerlo, que tomando previamente
contacto con algo mas interno dentro de uno.
Desde
mi mirada periférica, la mas externa de todas mis miradas, te observo y
solo veo diferencias….observo lo que me separa de ti, acaso la edad, la
estatura, mis gustos, mis creencias, mis valores… tan diferentes de los
tuyos… Desde este lugar hallo infinidad de motivos que alimenten mi
especial y única identidad. Mas si te observo desde un lugar mas
interno, mas profundo dentro de mi, acaso comience a ver que no hay
tantas cosas que nos separen. Quizás mirándote desde este lugar mas
profundo, siga viendo nuestras diferencias, pero repare en algo nuevo,
que no había visto hasta ahora. Quizás descubra, mirándote a los ojos,
que nuestras diferencias son superficiales, que algo sutil, esencial,
nos acerca……
Es
condición “si ne qua non” para superar la violencia, que yo observe el
conflicto sin posicionarme en ningún bando. Y es condición “si ne qua
non”, si es que verdaderamente deseo invertir la dirección de los
acontecimientos, que mi mirada, la que observa, lo haga desde un lugar
mas interno. Necesito conectar con eso mas profundo que hay en mi, pues
es desde ahí que podré comprender por fin, que el conflicto observado
no tiene bandos, que se trata de un Todo sufriente. Y este es un paso
previo necesario hacia una reconciliación no formal, sino verdadera.
Esta
mirada es nueva, revolucionaria, pues desde tiempo inmemorial se nos ha
enseñado a ver al otro como amigo o como enemigo, a mirar desde uno de
los dos bandos. Esta nueva ubicación es intencional, no “natural”, es
no “mecánica” y es la esencia del nuevo paradigma del que tanto se nos
habla. Este nuevo paradigma deberá asentar sus bases en comprender que
ante una situación de violencia, yo puedo Elegir, puedo responder con
violencia o no. Y que no hay falsas puertas. Esta elección no podrá
darse desde los espacios periféricos, sino tomando contacto con algo mas
profundo en mi interior.
Así,
es posible que algunas diferencias entre tu y yo, puedan parecernos
insalvables, que sean fuente de sufrimiento para ambos, situaciones
irreconciliables aparentemente, que se mantendrán así hasta que uno de
los dos, decida mirar al otro de un modo nuevo y consiga hacerlo desde
ese otro lugar, mas interno, de serenidad y calma, de gran bienestar… Lo
profundo llama a lo profundo y lo periférico llama a lo periférico….
Quien ganará la batalla del Si? el triunfo es para aquello que da una
respuesta no mecánica, no automatizada, aquello que sobrevuela por
encima de las diferencias, pues su respuesta intencional ilumina,
despertando al Ser del otro.
Asistimos
a un momento de la Historia único…. Los pueblos de todo el mundo nunca
estuvieron tan interconectados, y sin embargo nunca el ser humano vivió
tal desestructuración, tal desconexión, tal desintegración y tal
barbarie. El poder económico mundial
necesita las guerras, necesita los bandos para seguir perpetuándose….y
está cubriendo de dolor, de barbarie, la Tierra. Este poder es grande
pero no invencible, y para perpetuarse necesita de cada uno de nosotros,
o mejor dicho, necesita del ser periférico y mecánico que existe en
cada uno de nosotros. Demos respuesta, si, pero hagámoslo desde otro
lugar.
Es
hora de recordar que “no hemos elegido ningún bando” y es hora de
elegir conscientemente la no pertenencia a ningún bando. El sufrimiento
no tiene bando.
No
te vayas ahora, hermano mío, cuando mas te necesito, permanece a mi
lado y recuérdame siempre, que aquello a lo que me estoy enfrentando es
tan solo una ilusión, un espejismo, recuérdame que tan solo eres mi
“aparente enemigo”.
Antonia Utrera
(Dedicado a mi padre, de quien aprendí el valor de la bondad. De seguir entre nosotros, hoy cumpliría sus 80 años )
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